SEMBLANZA CURRICULAR

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Nació en Cuerámaro, Guanajuato. Es DOCTOR EN ARQUITECTURA (2009), Maestro en Arquitectura (2000) y Arquitecto (1976), por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; profesor de asignatura en Posgrado en Arquitectura (FA UNAM), coordinador y ponente de diplomados en la DECAD FA UNAM, profesor titular en la Universidad Marista campus Ciudad de México, profesor invitado de posgrado por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), conferencista, aficionado a la pintura, la música, la historia y la literatura; viajero empedernido, autor de la monografía histórica "Cuerámaro... desde los muros de una hacienda" publicada en la edición especial de la Colección Bicentenario (2010), Gobierno del Estado de Guanajuato. Socio activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y fundador y presidente de la SMGE Correspondiente en el Bajío de Guanajuato. Actualmente es Director de Integración de Planeación, Proyectos y Presupuesto, de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM.

jueves, 15 de octubre de 2015

EL TOPÓNIMO CUERÁMARO


(El texto original de este artículo fue publicado en la monografía Desde los muros de una hacienda: Cuerámaro, de Horacio Olmedo Canchola, Colección bicentenario del Gobierno del Estado de Guanajuato, 2002)

A mediados del siglo XVI, cuando los españoles se asentaron en la región cueramarense, reconocieron y conservaron el topónimo, aunque no existía ya el primitivo pueblo de Cuerámaro. De esa manera, la principal hacienda allí fundada se conoció durante todo el período de dominación española, y hasta la fundación de la congregación, como San Francisco Cuerámaro. Su territorio se denominaba Valle de Cuerámaro, o simplemente Cuerámaro. Lo mismo sucedió a mediados del siglo XIX, al ser desamortizada y fraccionada la hacienda de los padres camilos: en el Decreto de 13 de julio de 1867, expedido por el gobierno de Guanajuato para reintegrar el territorio cueramarense al partido de Pénjamo, oficialmente se denomina Cuerámaro a la recién fundada congregación. Más tarde, en el Decreto de 5 de noviembre de 1869, oficialmente se da al pueblo el nombre de Cuerámaro de Degollado, en honor de don Santos Degollado, a quien se suponía oriundo del lugar. En la actualidad, ya como ciudad, a partir de 1969 oficialmente le ha sido ratificado su primitivo nombre de CUERÁMARO.

El vocablo Cuerámaro encuentra sus raíces en la lengua de Michoacán, tarasco o p’urhépecha. Hasta ahora, se han considerado fundamentalmente dos acepciones para el significado del topónimo. Una es la que definió Cecilio A. Robelo[1] --aceptada por Jiménez Moreno y Fulgencio Vargas,[2] entre otros--, según la cual Cuerámaro significa lugar de ocotes: de cueramu-ocote y ro-lugar. Otra es la que anota Pedro González y adopta José V. Canchola, por la cual Cuerámaro se deriva del verbo cuerani-librar.[3] Recientemente, aunque sin mencionar fuente ni justificación alguna, la Secretaría de Gobernación y Gobierno del Estado de Guanajuato, a través de la colección Enciclopedia de los municipios de México, en el tomo correspondiente a Los municipios de Guanajuato,[4] cuya elaboración es responsabilidad del Centro Estatal de Estudios Municipales, ha definido un nuevo significado para el topónimo en estudio: Cuerámaro —dice— es un vocablo tarasco que significa “al abrigo de los pantanos”. Por otro lado, la Coordinadora de Turismo del Estado de Guanajuato, sin mencionar fuente alguna —aunque es claro que se basa en la anterior—, ha difundido la misma información a través de su página en la Internet.[5] En lo que se refiere a esta última acepción, no hemos encontrado hasta ahora ningún indicio lingüístico que justifique en lo más mínimo tal definición, lo que nos lleva a suponer que se trata más bien de una interpretación sin fundamento y hecha a la ligera.

La composición de vocablos es una de las principales características del tarasco. Los elementos significativos más simples en esta lengua son las raíces, los sufijos y las partículas interpuestas. La palabra siempre tiene una raíz en su composición, pero puede tener uno o más sufijos. El tarasco cuenta además con varios elementos direccionales-prosecutivos que dan a la palabra distintas interpretaciones, según su empleo. Estos elementos pueden indicar un sentido direccional centrífugo o centrípeto, es decir de acción “para allá” o “para acá”. Uno de estos elementos es la partícula –ma, que en sentido direccional da a entender un gerundio que significa haciendo en camino o de paso para allá; en sentido prosecutivo esa partícula significa traspasando, continuando sin cesar. En otros casos, –ma funciona como sufijo nominal para significar cosa. Con otra función específica de numeral, y no como sufijo, la partícula –ma denota el número uno.[6]

Para formar colectivos o expresar el lugar donde abunda lo que significa la raíz de la palabra, y para definir locativos, existen las terminaciones –ndo, –to, –rho, –ro, –kuarho y, excepcionalmente, –io y –an. Las raíces nominales y verbales son típicamente de dos sílabas, con acento en la primera o en la segunda sílaba, y por lo general el sufijo consta de una sola consonante con su vocal. La mayoría de las palabras nominales provienen de verbos, aunque existe un número reducido de raíces específicamente nominales. Cualquiera que sea su procedencia, el nombre forma cuatro casos, que son los siguientes:
nominativo, sin desinencia;
  • acusativo, con -ni;
  • posesivo, con -e-ue-ri (en el siglo XVI) -e-ri (siglo XX), y
  • locativo, con rho.
A la luz de esos fundamentos lingüísticos, si se considera la acepción de Robelo, tomando cueramu (tea, ocote) como raíz del topónimo, cueramu-ro significaría donde abundan los ocotes o simplemente lugar de ocotes. Según Swadesh,[7] la raíz de ocote es khuer-á: pegajoso, barniz, aceite, ocote. El nominal, por tanto, sería khuerá-mu. En tal caso, el topónimo se formaría más bien de Cuerámu–ro, en vez de Cuerá–ma–ro. En su oportunidad, Pedro González[8] refutó ese significado, argumentando, con razón, que no hay —y aparentemente no ha habido— tal especie de árboles en la región. Robelo[9] se refiere a la observación de González, pero nada concluye al respecto. La Dra. Cristina Monzón, investigadora del Colegio de Michoacán, en respuesta a una consulta específica que le hiciéramos sobre este asunto, observa que no existe razón alguna que justifique el cambio de la vocal u por a, por lo que —dice— se puede desechar esta interpretación.

La segunda acepción, que corresponde a la difundida por Pedro González y José V. Canchola, considera como raíz de la palabra el verbo transitivo kuer-á (diferente pronunciación que ocote). Este verbo tiene un significado muy amplio: lo mismo significa soltar, crear, desatar, desnudar, escapar, absolver o librar, que, en sentido figurado, morir y nacer.[10] Con esa raíz se forman, por ejemplo, vocablos como kuera-ra-kuare-kuarho (lugar donde se desata o libera uno mismo),[11] de  kuera-desatar o liberar, ra- que denota una acción compulsiva y hace activos los neutros, kuare-reflexivo, kuarho- que expresa el tiempo o lugar en que se ejecuta la acción. Igualmente, con la misma raíz se forma el vocablo kuera-ra-kua-rha, que significa guarida de defensa.[12]
También con esa misma raíz, según nuestra interpretación, se forma el vocablo del topónimo kuera-ma-rho (Cuerámaro), partiendo de los siguientes elementos:
  • kuer-á, soltar, desatar, escapar o librar;
  • ma, sufijo direccional o prosecutivo “de ida”
  • rho, locativo.
El significado del topónimo Cuerámaro, de esa manera, será lugar donde se libera o se salva del peligro y también, en sentido figurado, lugar de defensa.
Según esta acepción, el vocablo Cuerámaro da la idea de un refugio, guarida o fortaleza, lo que resulta aceptable si se considera que en el sitio que marca la existencia del primitivo Cuerámaro se encuentran precisamente vestigios de fortificaciones y muros aparentemente para defensa. En relación con este significado, la Dra. Monzón, en respuesta a nuestra consulta, observa que el Vocabulario de Gilberti (foja 86 verso) tiene las siguientes dos entradas:
  • Guarida para defenderse: Cueraraquaro quahtaro purecuquaro.
  • Guarecerse: Cueraraquareni. Quahpequarenstani.
Igualmente —observa la Dra. Monzón—, en el Dicccionario Grande de la Lengua de Michoacán también se encuentra lo siguiente:
  • Cuerarani, pitzicutaquareni: Escaparse de hacer algo.
  • Cuerarahpenstani: Hacerlos soltar.
La raíz del topónimo Cuerámaro, por tanto, es «cuera», que según Lagunas, en su Diccionario (pág. 58), significa «desatar, librar y absolver». Este mismo autor también dice: cueranstani, cueraquarhenstani, tornarse la propia cosa a desatar, y la persona cuando se muere, o sale al puerto, o la absolvieron o se desnuda, o se desata de la carne o cuerpo del cual se va libre. Y así también dicha raíz significa librarse de algún peligro, así como las preñadas, que se dirá cuerauanstani, tornarse a desatar, soltar, o librar el vientre.
Con tales antecedentes y luego de analizar distintas alternativas de interpretación viables, la Dra. Monzón avala nuestra interpretación, con base en las siguientes consideraciones:
  • Siendo –ma un sufijo de movimiento de ida, el significado de Cuerámaro podría ser «lugar donde de ida se desatan de algo o se liberan de un peligro»
  • Por otro lado, –ma también es un sufijo adverbial que significa rápidamente. De esta manera, el significado sería «lugar donde rapidamente se desata algo o se libera de un peligro» 
La discrepancia fundamental entre lo que por separado anotan González y Canchola y la composición del vocablo en la forma aquí determinada, estriba precisamente en el significado de la partícula "ma". Pedro González considera esta partícula como numeral (uno), sin tomar en cuenta que el número no puede funcionar como sufijo ni sirve para formar sustantivos, y así compone el vocablo de la siguiente manera: cuera-librar, ma-uno y ro-lugar, pero no concluye sobre el significado conceptual. José V. Canchola toma esa misma composición, pero concluye equivocadamente que significa "librar un lugar", dando a entender que lo que se libra es el lugar, en vez de los individuos que lo tomaban como refugio, guarida o fortaleza para liberarse de los peligros.


[1] Cecilio A. Robelo, Toponimia Tarasco-hispano-nahoa. Incluido en Basalenque, Fr. Diego, Arte de la lengua tarasca, Morelia: Ed. Erandi, 1962.
[2] Fulgencio Vargas, El Estado de Guanajuato. 1949
[3] Pedro González, Geografía local del estado de Guanajuato. Guanajuato. Tip. del Escuela Industrial Militar, 1904, p. 444; José V. Canchola, Op. cit., 20.
[4] Op. cit., p. 64.
[6] Cfr. Mauricio Swadesh, Elementos del tarasco antiguo, México: UNAM, 1969.
[7] Swadesh. Op. cit.
[8] Pedro González, Op. cit.
[9] Cecilio A. Robelo, Op. cit.; en la nota número 7 correspondiente al topónimo Cuerámaro.
[10]Maturino Gilberti, Diccionario de la lengua tarasca o de Michoacán. Colección Siglo XVI, reimpresor Dr. Ernesto Ramos Meza, nota preliminar de José Bravo Ugarte; Lagunas, Fr. Juan B. Arte y diccionario tarasco.
[11] Gilberti, en la obra citada, le da el significado de "el lugar a donde huimos".
[12] Swadesh, Op. cit.